En 2004, la grave enfermedad de mi hija me catapultó fuera del caparazón de mis falsas seguridades y, desesperado, me obligó a buscar, si no la solución, al menos el significado de lo que estaba viviendo. Así comenzó mi investigación, así comencé a asistir a cursos y seminarios que podían ayudarme a arrojar luz sobre el significado profundo de las enfermedades y sus causas. Estaba buscando la curación de mi hija sin darme cuenta que era sobre todo mi dolor el que necesitaba sanar.

Cuando descubrí la Metamedicina, inmediatamente algo resonó en mi corazón, algo que me correspondía y me resultaba familiar, algo que amplió mi comprensión y me hizo vislumbrar una lógica en el mosaico de la vida y de nuestro sufrimiento. Descubrir y darme cuenta de que escuchando profundamente estos sufrimientos podía encontrar la clave para transformarlos fue emocionante.

Me apasioné hasta que seguí todos los seminarios y toda la formación, hasta que lo hice una práctica diaria, hasta que me abrí a la alegría de ayudar a otros a liberarse de los condicionamientos y creencias que nos impiden ser felices. .